miércoles, 13 de enero de 2010

AGORA, SU LUZ Y SUS PATRICIOS.


Ajeno a toda promoción y crítica sobre ella, el pasado sábado me decidí, por fin, a ir a ver esta película con el convencimiento, que no había mejor plan para la noche del sábado que un cine con unos amigos.
Mi desconocimiento sobre el revuelo que estaba causando no era ni mucho menos un acto de rebeldía sino de despiste. Lo reconozco, marketinianamente debo ser un autentico desastre como cliente o espectador en este caso. Creo que tengo una especie impermeabilidad publicitaria innata que muchas veces me mantiene alejado de cualquier influencia mediática. Aspecto que prometo ya estoy cambiando, que para eso estoy estudiando un master en comunicación.

Entre tanto patricio guapo llegué a la conclusión de que mis sospechas no eran del todo falsas. Tampoco sé si son del todo ciertas, pero parece que alguien o más de uno pensaron lo mismo que yo. Era imposible que los cristianos fueran tan buenos como nos los han pintado siempre en las superproducciones americanas. En AGORA el prototipo de cristiano se aleja del canon de belleza Schifferiano para acercarse más al de perro-flauta. ¡Hombre! Quizás tampoco era para tanto, pero reconozco que a mi tanto ojo verde y ricito rubio me saturaban un poco.

Con una clara crítica a la ignorancia que producen los fanatismos, esta película de Alejandro Amenábar se pasea por el machismo mientras nos deja claro, que la llegada al poder siempre está precedida por una estela de destrucción. Deja cabida al protagonismo que tuvieron algunas mujeres a lo largo de la historia desde mucho antes de lo que nos cuentan. Y lo hace de la mano de la vida de HIPATIA, esta matemática y astrónoma que dio su vida a la ciencia y a la investigación. Vamos lo que toda la vida malamente lo llamaron bruja los cristianos… creo.

AGORA te envuelve con su luz y gusta porque es lenta. Sobretodo para los que como yo, a veces no nos enteramos bien de quien era el malo de la película. Hacía tiempo que no veía un cartón piedra tan bonito. El maquillaje brilla por su ausencia, lo que le hace aun más brillante y el vestuario, a pesar de algún desafortunado legging, es absolutamente maravilloso.

Durante las dos horas de película, con espectaculares efectos especiales no aptos para agorafóbicos, tristemente llegamos a la conclusión que la humanidad no ha evolucionado tanto desde entonces y menos aún cualquiera de las religiones, que siguen todas con el mismo rollo. De hecho tuve ratos que me desconcentré pensando que estaba viendo el telediario. El final no decepciona, es mas, con este final ya muchos queremos ser HIPATIA.

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